Diversas tendencias religiosas se dieron en Europa a mediados del siglo XVI las cuales iniciaron un proceso de politización para establecer sus territorios de dominio. Como consecuencia se enfrentaron en sangrientas luchas por el control del territorio y por discrepancias dogmáticas. Las Iglesias reformadas empezaron a inminiscuirse en autos del poder terrenal de los estados.
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